Este dragón volador que se quiere comer a un pececillo nos puede servir para empezar una historia de aventuras fascinantes. Esta vez el fuego que sale de su boca serán trozos de hierba y para volar agitará sus puntiagudas alas de hojas secas...
En el castillo de este cuento los cocodrilos son hojas verdes que se bañan en una fosa de cemento, rodeada de murallas de largas ramas y un puente por el que acceder al castillo costruido con palitos alineados.
Sobre el camino de piedras hoy va a salir el sol. Un solo que, bien mirado, podría también ser una gran flor cuyo centro, adornado con espigas, semillas de olmo y hojas secas, es toda una composición de arte floral.
Y sobre ese mismo caminito encontramos una casa con todas las comodidades de hoy en día: garaje y coche, piscina, trastero, columpios en el jardín...Todo ello hecho sobre la arena del camino, con los cantos y alguna espiga para darle un toque de color.
Y al otro lado, en la parte más arbolada, trabajamos con los troncos de los árboles y en este caso le "tejemos" unos bonitos calcetines que adornan su parte baja con piedrecitas, algún pétalo caido y palitos. ¡Así seguro que no pasa frío!
Sobre este tronco se contruye una escalerita para los pájaros que se adorna con hojas verdes, trocitos de corteza y hasta un mendrugo de pan...Para que se coman las miguitas.
Un sol sonriente y con pinta de indio, con la cara no redonda sino "adiamantada", con pobladas cejas, sueve nariz y unos rayos de madera la mar de luminosos! Le llamó la atención a un pajarito, se hicieron amigos y este plantó al lado su nido de musgo seco.
Y todavía podemos recrearnos un poquito más viendo algunos de los momentos de creación en vivo en la sección "Recrear en Movimiento" de este blog. ¡No os lo perdáis!